
Después de lo pasado volvemos al diario y al disfrute de este gran país. Todavía quedan muchas cosas por recuperar y mucha gente por ayudar pero quiero hacer una entrada reivindicando Filipinas como lo que es, como un magnífico país de gente muy acogedora. No vaya a ser que alguien pueda tener dudas sobre peligrosidad en el clima o en la naturaleza, quiero animar a todos los que tengan previsto un viaje a Filipinas a que se ilusionen porque vienen a una tierra magnífica. Manila está loca y esto lo sabemos todos los que vivimos en Manila. Pero esa locura es muy llevadera y es la que hace que esto esté lleno de vida. Desde luego no os aburriréis en Manila. Pero, si salís de esta ciudad, os vais a encontrar verdaderos paraísos, las mejores playas del área (y el área comprende países muy turísticos como Thailandia, Indonesia, Bali, Vietnam, etc). Los blogueros habituales sabéis que yo no soy muy playero, que prefiero las provincias interiores filipinas. Hacer una excursión por la isla de Luzón es un goce para los ojos y para el espíritu, pero es que las otras islas son increíblemente bonitas: Bohol, Palawan, Mindanao, Cebú, Mindoro, y todas las que no nombro pero que siempre tienen algo que mostrar. Todo a menos de una hora de avión desde Manila.
Pero si hablar de la naturaleza en Filipinas es hablar casi del paraíso, hablar de la gente es hablar de la amabilidad, del respeto, de la amistad y de las ganas de vivir. Y eso que, a veces, la naturaleza se lo pone bien difícil. Pero mucho peor es el poder de las oligarquías que mantienen un entramado muy complejo de romper. No seré yo quien entre en política en un país que no es el mío (en el mío tampoco me gusta hablar de política , jeje) pero hay cosas que deberían cambiar en beneficio del pueblo filipino, esta magnífica gente que trabaja muy duramente por salarios muy bajos y muchas veces sin ningún tipo de protección social ni laboral. Hay demasiada política de gestos, pero se queda ahí, en los gestos y, además, lo publicitan con todo lujo de detalles, desde las farolas de una calle, al cartel de las fiestas del barrio. Mientas tanto, la gente se ayuda entre sí, se ríe, come tantas veces como puede al día, se entusiasma con sus héroes, se divierte, visita los centros comerciales, honra sus muertos, adora a su familia, hace chiste de todo y, como ya os decía en otro lugar de este blog, sonríe hasta en las situaciones más inverosímiles.
No os arrepentiréis de conocer este país y, seguramente, como nos ha pasado a muchos, repetiréis. Aquí os dejo con una foto tomada del álbum de Manila de nuestra bloguera Ana Santos -gracias Ana- en la que queda reflejada la vitalidad de las ciudades filipinas.