Vengo de cenar. Hoy era viernes y había que tomar una cervecita. La sorpresa ha sido que en Viento, un bar al que acudo con frecuencia, han traído Cruzcampo. Me ha faltado tiempo para pedir una con unas aceitunas. Carísima la broma. Y viene esto a cuento porque, según dicen los medios de comunicación en España, el agua embotellada en Tokio está "agotada". Simplemente, mentira. La gente acapara el agua cada vez que es repuesta en supermercados, máquinas de bebidas, etc. Pero es que máquinas de bebidas hay millones, repartidas cada veinte metros o menos por todo Tokio. Si no hay en una, la compras en la otra. Y si no, te esperas.
Sé que -visto muy a la ligera- en un país con el grado de desarrollo que puede tener Japón, parece que no es normal que haya desabastecimiento de agua embotellada. Pero eso es lo que realmene hay, problemas en el abastecimiento. En la reposición que dice la gente de la hostelería. No se ha agotado, es más, si no fuera este país como es, seguramente el problema del agua sería real, estaría agotada.
Mirad que vengo de Manila de disfrutar de la San Miguel que allí es la reina de las cervezas y a un precio insuperable, pero esto de encontrar Cruzcampo en Japón me produce siempre una sorpresa que me hace pedirla sin posibilidad de resistencia. Como la que os pongo en la foto que está hecha hace un mes y pico en el restaurante Arbequina de Kurume en Kyushu, donde un sábado "amediodía" me topé con la cruzcampo (podéis echarle un vistazo al menú que, aunque parezca mentira, incluye una especie de boquerones en vinagre).
De tal forma que uno -sin hacer mucho caso de lo que cuentan otros- se toma la cruzcampo con las aceitunas (y un relleno de sardina, unas gambas salteadas y una parrillada de verduras) porque, queriendo como quiere disfrutar de una cena como Dios manda, se regocija pensando que además obtiene un buen complemento de hidratación. Para eso era viernes.