
La ventaja de estar en Badajoz es que me puedo sentar a escuchar a Donizetti leyendo uno de los magníficos libros ilustrados de cocina japonesa. Es una delicia leer cómo se preparan esos inconmensurables sashimis escuchando una aria de "La fille du regiment". Disculpad que me ponga un poco pedante hablando así, pero es que detrás de los sillones del recibidor tengo mi colección de música y mis libros de cocina, entre otros. Ni que decir tiene que en el recibidor está el equipo de música, donde Pilar -mi sobrina nieta- hace y deshace al gusto que le ponen sus dos años. Me decía ayer Mª Jesús Arribas que a ver si escribía más de Manila y de Filipinas. No es Filipinas, por supuesto, pero parece que la mezcla de Donizetti y el sashimi puede ser una muestra de tener en cuenta, en un mismo saco, a Oriente y Occidente. En cualquier caso, los europeos no confundáis nunca China con Japón, Filipinas con Malasia, Thailandia con Corea. Ni los que estáis en Extremo Oriente confundáis los suecos con los italianos, los rusos con los portugueses, los rumanos con los belgas. En fin, como a Donizetti no os lo puedo poner en imágenes -bendita música-, os pongo un platito de sashimi para que se os abra el apetito.